Es habitual que, al empezar el año, las personas sientan que han de hacer borrón y cuenta nueva y plantearse cambios en las esferas de su vida con las que no están contentos.
“Esta Navidad comeré mucho, pero a partir del día 6 de enero régimen severo”, dicen algunos. “Voy a fumar a tope estas fiestas, luego lo dejo”, dicen otros. “Este año tengo que empezar a estudiar inglés a saco”, otro ejemplo.
El psicólogo Ernesto González de Mendibil se refería a esto muy acertadamente al decir que la vida es un continuo, que no hay que percibirla por etapas. “Cuando me jubile disfrutaré de todo el dinero ahorrado”, es fiarlo muy largo. Disfruta ahora de los momentos que vivas.
Otra cuestión sobre los propósitos al empezar el año es que, si las metas son poco realistas (ponerse un régimen severo puede ser inalcanzable para determinadas personas, por ejemplo), generan frustración y tienen un efecto psicológico negativo.
A este respecto, no puedo dejar de recordar al admirado psicólogo americano Albert Ellis con su terapia racional-emotiva tan saludable para la vida: “No son las circunstancias externas las que nos perturban sino nuestro modo de interpretarlas” Para Albert Ellis tenemos que perseguir metas realistas, con planteamientos basados en creencias racionales (“quiero…”, “me gustaría…”, “preferiría…”) que generen emociones moderadas, huyendo de las creencias irracionales (“Debería…”, “Si no hago esto será terrible”, “Absolutamente…”, “Totalmente…”, “Nunca…”) que son las responsables de causarnos perturbaciones emocionales.
“A principio de año debo de…” ¿Por qué? ¿Dónde está escrito que debería? ¿No sería mejor plantearse la preferencia? ¿No es mejor, acaso, ser flexibles?
“Esta Navidad comeré mucho, pero a partir del día 6 de enero régimen severo”, dicen algunos. “Voy a fumar a tope estas fiestas, luego lo dejo”, dicen otros. “Este año tengo que empezar a estudiar inglés a saco”, otro ejemplo.
El psicólogo Ernesto González de Mendibil se refería a esto muy acertadamente al decir que la vida es un continuo, que no hay que percibirla por etapas. “Cuando me jubile disfrutaré de todo el dinero ahorrado”, es fiarlo muy largo. Disfruta ahora de los momentos que vivas.
Otra cuestión sobre los propósitos al empezar el año es que, si las metas son poco realistas (ponerse un régimen severo puede ser inalcanzable para determinadas personas, por ejemplo), generan frustración y tienen un efecto psicológico negativo.
A este respecto, no puedo dejar de recordar al admirado psicólogo americano Albert Ellis con su terapia racional-emotiva tan saludable para la vida: “No son las circunstancias externas las que nos perturban sino nuestro modo de interpretarlas” Para Albert Ellis tenemos que perseguir metas realistas, con planteamientos basados en creencias racionales (“quiero…”, “me gustaría…”, “preferiría…”) que generen emociones moderadas, huyendo de las creencias irracionales (“Debería…”, “Si no hago esto será terrible”, “Absolutamente…”, “Totalmente…”, “Nunca…”) que son las responsables de causarnos perturbaciones emocionales.
“A principio de año debo de…” ¿Por qué? ¿Dónde está escrito que debería? ¿No sería mejor plantearse la preferencia? ¿No es mejor, acaso, ser flexibles?